lunes, 21 de mayo de 2012

22 M

En este país, estamos retrociendo treinta años atrás. Desde los años 80, en muchos sectores sociales, hemos luchado mucho para conseguir aquello que creíamos justo y beneficioso para una sociedad abierta, plural y democrática para todos. Parece mentira todo lo que se puede destruir en seis meses. Y se hace sin pudor, con la mentira permanente, con la descalificación. Ellos no sufren, a ellos no les afecta, con ellos no va esta historia. Desde el desconocimiento, desde la prepotencia, desde el decretazo, gobiernan envueltos en un caparazón que les hace indestructibles. Hoy, los políticos son una casta peligrosa, corrompida, llena de intereses particulares. No tienen ningún sentido del deber y del servicio público sino del beneficio propio. Ahí tenemos a Wert, elevado a las alturas, justificando lo imposible. Pero lo peor de todo esto no son ellos sino nosotros mismos que nos agazapamos, miramos para otro lado, nos dejamos avasallar; somos débiles, estamos desunidos, aguantamos hasta la humillación. Cada cual que se pregunte a sí mismo hasta dónde llega su dignidad. Yo iré a la huelga y dejaré claro mi malestar. Ya no es hora de indefiniciones. O estás o no estás y así te retratas ante ti y ante los demás.